El engaño de la soberanía energética; decisiones políticas económicamente inviables

Reiteradamente se esgrimen argumentos a favor de la participación predominante, si no monopólica y monopsónica, del Estado mexicano en las actividades del sector energético, con el fin de alcanzar y mantener la soberanía energética.
Pero, ¿qué significa exactamente la soberanía energética? ¿Cuál es el uso adecuado de términos como soberanía energética o seguridad energética? La Agencia Internacional de la Energía define la seguridad energética como la disponibilidad ininterrumpida de recursos energéticos a un precio asequible.
En el corto plazo, puede entenderse como la capacidad de una economía para reaccionar de manera inmediata ante cambios repentinos en el equilibrio entre la oferta y la demanda.
Cuando se politiza el discurso y se inserta en la narrativa este concepto de soberanía energética, se insiste en la urgente necesidad de que la generación de energía y la exploración y explotación de los recursos estén a cargo del gobierno, de manera dominante o excluyente.
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Otros datos indican, en tanto, que el futuro de la economía pasa necesariamente por el uso de energía procedente de fuentes renovables con la necesaria participación del sector privado.
En materia de petrolíferos, en días pasados asistimos a la inauguración de la Refinería de Olmeca en Tabasco.
Diversos analistas indican que esta no alcanzará su capacidad hasta 2026 y que los sobrecostos serán considerables, alcanzando el costo total de esta obra entre 16.000 y 18.000 millones de dólares.
Y aquí vale recordar que cuando la actual administración intentó entregar vía licitación el proyecto de esta obra en manos de verdaderos especialistas en la materia, confirmaron que ni el plazo ni el costo presupuestado por la administración federal eran alcanzables. El gobierno indicó que lo haría con sus propias manos y recursos. La terca realidad y sus demás datos dieron la razón a quienes señalaron lo que originalmente se había previsto, ni el plazo ni el costo señalado por el gobierno federal eran asequibles y, peor aún, el proyecto no parece económicamente viable.
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Esto es así porque todo el negocio de la refinación se está redefiniendo en el mundo. La estructura tradicional del negocio es per se difícil y admite poco margen de error e ineficiencia, todo un reto en el caso de empresas en manos de gobiernos.
Se ha indicado en estudios recientes, incluido un análisis muy completo de IMCO, que el negocio de la refinación está llamado a reinventarse sustancialmente, y se espera que los actores internacionales del sector inviertan $ 150 mil millones en medidas de descarbonización en los próximos años. Treinta años, refinerías en Europa y Estados Unidos centradas en biocombustibles y proyectos de descarbonización. Coyunturalmente, el proyecto está en marcha cuando los precios están en niveles históricos; sin embargo, la historia demuestra que es un mercado fluctuante y, por otro lado, si se insiste en mantener los subsidios a los combustibles, la rentabilidad del proyecto parece poco viable.
El estudio del IMCO también ahonda en la falta de planificación, la opacidad y el uso ineficiente de los recursos públicos, así como las pérdidas acumuladas de Pemex Transformación Industrial, filial encargada de las actividades de refinación y el enorme desfase y peso económico que representa para la Compañía. . Productiva del Estado.
Al enorme costo económico hay que sumarle, suscribimos lo dicho por el IMCO y otros analistas, el costo de oportunidad en el uso eficiente y responsable de los recursos públicos que han dejado de destinarse a temas apremiantes en las áreas de salud pública, seguridad y educación, entre otros. .
*El autor es abogado socio líder en la práctica transaccional de Santamarina y Steta.
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