Humor involuntario
La semana pasada ha estado plagada de una serie de dichos, afirmaciones y propuestas del gobierno, que si no fuera por eso se dicen en serio y se proponen a través de organismos oficiales, parecen bromas involuntarias.
Ahí tiene a la diputada de Morena, Irepan Maya Martínez, quien con galantería digna de los grandes héroes, ha solicitado que se ingrese en el boletín parlamentario un punto de acuerdo en la agenda de la sesión de la Cámara de Diputados. El punto pretende proponer el cambio de nombre del Mar de Cortés, por el de Mar del Yaqui.
No es de extrañar que existan problemas realmente graves que atender en el país, como medicamentos contra el cáncer, para los niños; vacunación urgente contra covid; la industria que no invierte en formación de capital; ante la quiebra de un millón de empresas que alimentaban a millones de mexicanos y otros incontables, le parece urgente al congresista Maya cambiar el nombre del Mar de Cortés.
Es cierto que el nombre se nombra en honor al conquistador, pero no por una buena razón. De hecho, este mar, que también es patrimonio natural de la humanidad, recibió su nombre de que Cortés lo descubrió por error en 1539 y naufragó en una fallida expedición que intentó llegar a Japón o China. Por tanto, no estoy seguro de que el propio Hernán estuviera muy orgulloso de que llevara su nombre en recuerdo de su fallida expedición.
En la última semana, el presidente nos sorprendió con un comentario que parecía una broma, pero no fue: "¿Y de qué nos trajeron los españoles, en trescientos años no pudieron darnos una vacuna contra la viruela?" Por supuesto que no sabe que las vacunas son un invento de finales del siglo XIX y principios del XX. Lo interesante, sin embargo, es que apoya su aversión al español en una banalidad, llena de ignorancia, para justificar su actitud.
Finalmente, porque es ineludible, el chiste del Consejo Asesor de Ciencia y Tecnología. Resulta que a lo largo de la semana se ha generado un escándalo, pues el CONACYT, a pedido de la Fiscalía General de la Nación (aunque su director lo niega, ya que estos delitos son en su mayoría a pedido de una parte) iniciar investigaciones para acusar por un serie de delitos administrativos y otros delitos contra 31 científicos de probada solvencia ética, moral y científica. El fiscal, el presidente y el CONACYT muestran un espíritu vengativo desproporcionado al acusarlos de utilizar recursos de origen ilícito y del crimen organizado. Los criminales en la calle y para ellos abrazos no disparos. Para los científicos, prisión preventiva por delitos que claramente no se sostienen. Francamente, hay una gran propensión al humor involuntario en 4t. Nada más, pero nada menos tampoco.
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