¿Cómo aprenden los gobiernos?

La pandemia y la posterior crisis económica han sido una tragedia para millones, pero también trajeron algo de luz, como la capacidad de desarrollar vacunas a una velocidad inusual. Al ser un evento inesperado que afectó a todos, presenta lo que los científicos sociales llaman un experimento natural, que brinda información valiosa para comprender mejor los fenómenos sociales y presentar propuestas para aumentar la resiliencia en el futuro. También ofrece pistas para comprender cómo los gobiernos aprenden y se adaptan.

Covid-19 se extendió por todo el mundo en muy poco tiempo. México, como otros países, tuvo semanas o incluso meses para prepararse mejor. Los primeros casos de Covid-19 se informaron en Wuhan en diciembre de 2019. Las infecciones en otras áreas de China y algunos países asiáticos comenzaron unos días después. El 9 de enero, la OMS ya advirtió de esta enfermedad que fue declarada pandemia el 30 de ese mes. El primer caso en Norteamérica, en Estados Unidos, ocurrió el 21 de enero, pero no fue hasta el 27 de febrero que se detectó el primer caso en México. Por lo tanto, teníamos la valiosa ventaja del tiempo para preparar mejor la estrategia. Dos meses parecen poco, pero para entonces había suficiente información sobre el virus, se sabía cómo estaban reaccionando los países y qué acciones parecían más efectivas. No lo aprovechamos bien.

Aunque todavía había muchas preguntas, la información creció rápidamente y muchos países fueron modificando sus estrategias a medida que aprendían. La estrategia seguida por el gobierno mexicano, sin embargo, tuvo pocos cambios a pesar de los malos resultados. Tampoco reconoció fallas en la estrategia, como si ocurriera en varios países. Algo parecido sucedió con la crisis económica. Los gobiernos aplicaron diversas estrategias y apoyos para evitar la quiebra empresarial y el desempleo y facilitar una pronta recuperación, ajustando estas estrategias de acuerdo con la evidencia de su impacto. La estrategia seguida en México se mantuvo prácticamente sin cambios a pesar de la creciente y abrumadora evidencia de que el golpe a la economía mexicana sería severo.

¿Por qué algunos gobiernos son más capaces que otros de aprender y adaptar sus estrategias a nuevas circunstancias e información? Surgen varias hipótesis. Uno de ellos es que los gobiernos democráticos tienen mayores incentivos para aprender ya que los malos resultados son castigados en las urnas. Como los países populistas o autoritarios pueden mantener el poder por otros medios, no tienen la misma preocupación por aprender, aunque hay contrafactuales, como la adaptabilidad mostrada por China. A pesar de esto, esta hipótesis probablemente tenga algo de verdad. La transparencia y el acceso oportuno a la información pública son importantes, algo común en regímenes verdaderamente democráticos.

Hay otras posibles explicaciones para la capacidad de aprendizaje y adaptación de los países. Uno de ellos es la toma de decisiones basada en evidencia. Su importancia en un contexto de pandemia parece particularmente obvia, ya que las consecuencias de las malas decisiones suelen ser fatales, pero es importante para cualquier decisión pública. Contra toda evidencia científica, en México el uso de bocas de cobre fue rechazado por las autoridades hasta muy tarde e insistieron en el uso de un modelo de vigilancia epidemiológica no apto para pandemias. Si se hubiera utilizado la evidencia disponible, se podrían haber tomado mejores decisiones con respecto a la estrategia de vacunación, sobre la restricción de actividades, la atención médica para Covid y otras enfermedades, o para preparar mejor las escuelas para una eventual apertura. De manera similar, hubo información temprana que anticipaba un impacto brutal sobre el empleo y la pobreza, pero la estrategia social y económica se mantuvo prácticamente sin cambios. La decisión de cancelar programas sociales tampoco consideró la evidencia sobre sus impactos positivos y capacidad para proteger a la población, y se ignoró la evidencia que muestra que los mecanismos de focalización de los programas sociales permitieron llegar a los más pobres. Tampoco ayuda a debilitar a los miembros del gabinete con una presidencia hipercentralizada.

También existen factores estructurales que inhiben el aprendizaje gubernamental, como la ausencia de un servicio civil de carrera que asegure la continuidad de los funcionarios y la contratación basada en el mérito. Durante el gobierno de Fox se implementó un sistema en esta línea que, aunque perfectible, fue un paso adelante. Fue ignorado en la administración de Peña y en el actual gobierno brilla por su ausencia. Este gobierno ha sido particularmente agresivo al despedir o promover la renuncia de los servidores públicos que trabajaron en administraciones pasadas, como si el servicio público no tuviera vocación, perdiendo así experiencia a un costo muy alto. Para ser más eficaces y servir mejor a los ciudadanos, los gobiernos deben poder aprender y adaptarse. Estamos retrocediendo.

* El autor es especialista en políticas públicas y desarrollo. Profesor de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey. Opiniones personales.

Gorjeo: @GustavoMerinoJ



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